En el Centro de Lectura de Villa Guadalupe todos saben quién es Luciana Grondona Pulgarín. Tiene diez años y es la usuaria más extrovertida de esta biblioteca que acoge a los niños, niñas y jóvenes de la comuna 1 de Medellín. Alejandra Florez, bibliotecaria de lectura de Ratón de Biblioteca, dice que Luciana es una “niña grande”. Cuando llega saluda a los promotores, conversa con sus amigos y llega puntual a su clase favorita: inglés.
“Luciana es una papeleta. Es una niña muy despierta, con muchas capacidades. Cuando uno habla con ella parece como si estuviera conversando con una adulta. Es muy educada, sabe escuchar a los demás, y es muy constante en las actividades de la biblioteca”, dice Alejandra. Luciana no recuerda muy bien cuántos años tenía cuando llegó por primera vez al centro de lectura, dice que estaba muy chiquita, que empezó a enamorase de los libros en los talleres de Argonuatas y que su hermanito Emiliano está siguiendo sus pasos: “Yo vivo aquí cerquita. Nací en este barrio. Mi mamá me cuenta que cuando ella tenía diez años también venía a la biblioteca y que eso le ayudaba mucho en el colegio; por eso, ella nos trae desde chiquiticos”.
Luciana estudia en el Colegio Parroquial Emaús. Está en sexto de bachillerato y es una de las mejores alumnas de su grupo. Con orgullo dice que nunca ha perdido un año y que casi siempre sus notas son las mejores. A veces le va mal en matemáticas, pero se esfuerza para ponerse al día. También se destaca en el taller de inglés del centro de lectura. Le gusta practicar lo que le enseñan y por eso busca libros en inglés. Pinocho fue el último que se leyó. “Recuerdo que en las primeras clases le pedía que pronunciara las palabras que habíamos escrito, pero le daba pena. Ahora, lee en voz alta en las dos lenguas. Me parece una niña muy especial e inteligente, porque sabe utilizar las estrategias de lectura que le hemos brindado”, dice Zoraida, la tallerista de inglés.
Además de participar en las clases de inglés y de dedicarle un rato a la lectura, Luciana aprovecha las visitas a la biblioteca para conversar con Fernanda, su mejor amiga. Siempre están juntas: juegan, hacen las tareas y le dedican tiempo a su emprendimiento: “Fernanda y yo hacemos manillas. La empresa se llama Negocio estrella. Nuestras mamás nos ayudan a hacer las manualidades y a venderlas”, cuenta Luciana.
Las profesoras y las niñas que asisten a las bibliotecas son sus clientas: “Le encargué un collar para el cumpleaños de mi sobrina y le pedí que me lo trajera el sábado, que fuera muy cumplida porque era un regalo. ‘No te preocupes, yo te pongo en primera fila’, me dijo Lucina. Ella es muy graciosa. Yo le veo mucho potencial, es muy buena vendedora para la edad que tiene”, recuerda Alejandra.
Su talento para las ventas, su espontaneidad y su carisma la han convertido en una de las usuarias más queridas del Centro de Lectura de Villa Guadalupe. Luciana siente ese cariño y por eso le agradece a la biblioteca, ese lugar que la acogió “desde que estaba chiquitica” y que la ha visto crecer.