Luisa García siempre ha vivido en el barrio Manrique y es vecina de la Biblioteca Familia El Raizal. Cada vez que pasa cerca de esta casa de lectura, recuerda su infancia. Cuando salía del colegio, iba en busca de un libro o de un espacio tranquilo para hacer sus tareas. Ahora, tiene 39 años y comparte con sus hijos el amor que siente por ese lugar que la acogió cuando era una niña. Su hijo mayor fue el primero en visitar la biblioteca. Disfrutó de este espacio hasta que cumplió 16 años y decidió enfocarse en el fútbol. Ana Sofía Mira García, la niña de la casa, conoce muy bien el camino hacia la biblioteca. Su mamá la llevó por primera vez cuando tenía siete años, ya tiene once y sigue siendo una de las usuarias especiales de El Raizal.
El primer taller en el que participó fue en el de Argonautas. En ese espacio, además de compartir con otros niños y niñas de su edad, descubrió lo mucho que disfruta leer. “En mi habitación, al lado del escritorio, tengo una minibiblioteca. La lectura me permite aprender cosas nuevas; además, los profesores me felicitan porque he mejorado mucho mi ortografía”, dice Ana Sofía, que en los últimos cuatro años ha prestado catorce libros en la Biblioteca El Raizal.
Al principio, buscaba en los estantes los cuentos que narran las aventuras de las princesas; con el tiempo, se interesó en las biografías de las mujeres que se han destacado por sus aportes a la ciencia. La historia de Marie Curie es la que más le llama la atención, pues fue la primera mujer que ganó un Premio Nobel y la primera persona en recibir este reconocimiento en dos especialidades distintas: Física (1903) y Química (1911). Tal vez la historia de está científica motivó a Ana Sofía a inscribirse en el taller de Experimentación creativa. Bianca Agudelo, promotora de lectura de Ratón de Biblioteca, dice que es una niña muy inteligente y curiosa: “Ana Sofía es muy participativa y le gusta mucho investigar. Siempre comparte datos e información relevante en los talleres en los que participa”.
La creatividad de Ana Sofía también se destaca en el taller Pintando palabras. De la mano de Bianca, aprendió a doblar con precisión el papel para crear figuras de origami y también a moldear porcelanicron. A Luisa le gusta conservar las manualidades que su hija hace en la biblioteca: “Se siente muy orgullosa de su trabajo y todo me lo muestra. Muchas veces le digo: ‘Ana Sofía, qué vamos a hacer con ese montón cosas’. Ella es feliz con todo lo que inventan en el taller de Bianca. Me gustó mucho un esqueleto que hicieron, todavía lo tenemos en la casa”
A Ana Sofía le encantaría inscribirse en todos los talleres, pero cada día tiene más responsabilidades. Estudia en la Normal Superior de Villa Hermosa y está a punto de comenzar el bachillerato. Todos los días llega a la casa a las dos de la tarde, almuerza y hace todo lo posible por asistir a la biblioteca. María Victoria, gestora de públicos de Ratón de Biblioteca, es testigo de lo mucho que Ana Sofía disfruta de este espacio que se ha convertido en un refugio para ella y para otros niños y jóvenes de Manrique: “Ella es muy estudiosa y se esmera por sacar buenas notas en el colegio. Cuando no puede resolver las tareas en la casa, viene a la biblioteca porque sabe que acá siempre encuentra una solución. También nos visita porque le gusta hacer cosas distintas en su tiempo libre”.
Cuando le preguntan qué le gustaría estudiar después de graduarse de bachillerato, Ana Sofía no lo piensa mucho: “Quiero ser psicóloga o profesora porque le tengo un cariño especial a los niños y a la gente”. Como dice Luisa, Ana Sofía aprendió en los talleres de la biblioteca esa facilidad para comunicarse con los demás y expresar lo que piensa. Las dos, madre e hija, sienten un cariño especial por ese lugar que siempre las ha acogido: “Espero que este espacio tan bonito nunca cambie, porque aquí pueden venir personas adultas, jóvenes y niños a conectarse con los libros y a aprender”, dice Ana Sofía.