Estamos convencidos que la mejor forma de alimentar a un bebé, es por medio de la palabra amorosa. Desde los primeros días de nacidos, todos los humanos empezamos a construir rutinas que nos dan seguridad y certidumbre de lo que viene a continuación. Entre las primeras, está la alimentación, con el paso del tiempo vamos regulando un horario para pedir la leche de mamá, y al igual empiezan a manifestarse otras necesidades, entre ellas la de socializar y empezar a conocer el mundo, nos interesan los sonidos, olores, colores y texturas entre otros.
En esta oportunidad nos vamos a concentrar en los sonidos, los cuales se complementan con la lectura. Que tal sí invitamos a papá, los hermanos y los abuelos a cantar canciones de cuna o recitar poesías para el bebé.
La misión de los adultos es contagiar a los niños y las niñas desde pequeños con un lenguaje amoroso y para ello tenemos el ritmo, la sonoridad y el acento propio de cada familia. No hay que ser músicos, ni nada parecido, lo fundamental es la conexión con el momento y la importancia del tiempo que dedicamos para la atención del bebé.
En todas las familias tenemos canciones de cuna y los arrullos tradicionales que hemos heredado de los abuelos, son melodías que además nos llaman a mecernos y a acunar a los más pequeños. También están los cuentos que mezclan la lectura y el canto: Por ejemplo: El libro que canta de Yolanda Reyes, Arrorró mi niño: canciones de cuna de editorial Ekaré, El libro de Antón Pirulero selección de Sergio Andricaín, Cuentos y arrullos del folclor indígena y campesino colombiano y Cuentos y arrullos del folclor afrocolombiano, ambos hacen parte de la colección Leer es mi cuento.
También podemos empezar con la poesía. Te recomendamos Margarita o El canto errante de Rubén Darío, poesías para niños de Olga Cuellar o Giraversos de Fernanda Arrau. Obras muy fáciles de conseguir en las librerías o bibliotecas públicas de nuestras ciudades colombianas.
Los arrullos, la poesía y las rimas son juegos con el lenguaje que le permiten a los bebés reconocer las voces, la entonación y la disposición de los adultos para jugar, conversar y expresarle sus emociones. Así empezamos los humanos a comprender que hay tiempos para la alimentación, el sueño, el juego y la conversación.
El ingreso al lenguaje oral desde la palabra amorosa y atenta ofrece a las familias la oportunidad de comunicarse desde opciones más amplias que la palabra para mandar y obedecer, y prepara a los niños y las niñas para desarrollar su capacidad de interactuar, escuchar, conversar y prestar atención.
Nuestra invitación es hacer viral este hábito, que sembremos y enseñemos a los niños y niñas que en el juego del lenguaje podemos encontrar maneras de entendernos, de divertirnos y de conectarnos desde el corazón, pues cuando vayan creciendo esas habilidades del lenguaje se van convirtiendo en capacidades de encuentro, entendimiento y vinculación con el bienestar de toda la sociedad.