La muerte en la literatura: Libros sobre la pérdida y el duelo

En la reciente literatura antioqueña, se han posicionado tres libros que abordan la pérdida y el duelo desde diferentes perspectivas y, al mismo tiempo, puntos de convergencia. A saber; Cómo maté a mi padre de Sara Jaramillo Klinkert, Aranjuez de Gilmer Mesa y Árbol de guayacán de Dany Hoyos. Los tres autores, con estilos literarios muy diferentes, intentan narrar sus dolores, hacer catarsis y conjurar con palabras sus llantos, culpas y nostalgias.

En el libro Cómo maté a mi padre, Sara, luego de casi 30 años de haber perdido a su progenitor, narra la marca de esta ausencia a lo largo de su vida y las secuelas familiares que se suscitaron a raíz de ello. En varios pasajes del libro, los lectores se conmueven con el punto de vista de la niña que pierde a su padre un día en que éste sale a trabajar y nunca más regresa. Asimismo, se trata de una historia permeada por un hecho violento en una época en que se abrieron grandes heridas en una ciudad gobernada por el miedo y agrietada de todas las maneras posibles. Sin dudas, la novela es personal, íntima, sincera, contada a profundidad, amplia en emociones, divertida con mezclas de ternura y con carácter y honestidad cuando se cuentan las desgracias.

Por su parte, Gilmer Mesa, en su novela Aranjuez, escribe sobre la enfermedad y paulatina muerte de su padre, un hombre de edad e incansable trabajador, cuya memoria y vida se van apagando a causa del alzheimer. En este sentido, el autor lucha contra el olvido que consume a su padre rememorando historias y personajes de su infancia y juventud transcurridas en el barrio Aranjuez. A modo de testimonio de una época, este libro contiene sucesos violentos y trágicos de la ciudad y, por tanto, estas historias son una radiografía de la vida en los barrios, explorando temas como la amistad, las relaciones fraternales, el fútbol, entre otros. Es un texto con pasajes jocosos, pero donde predomina la melancolía de quien narra.

Finalmente, en el Árbol de guayacán, Dany, en un libro íntimo y muy potente para hacer sentir identificados a sus lectores, logra transmitir la rabia, la incomprensión y el desacomodamiento que vive frente a la muerte de su abuelo, quien fallece en una UCI durante la pandemia por COVID-19, cuyo impacto aún hoy genera múltiples inquietudes. De este modo, con una narración franca y reflexiva, en el libro se abordan la vulnerabilidad de la vida y los efectos que genera la perdida de los seres más queridos. Perder a su abuelo lleva a Dany a traer a la memoria su infancia y la vida del hombre al que admiró y amó profundamente, mientras al mismo tiempo tiende el puente que lo conecta con el campo antioqueño y la ruralidad, con sus violencias, alegrías, riqueza e injusticias.

En conclusión, estas tres novelas tienen en común el duelo de sus autores, y a su vez cada una permite que ellos transmuten su dolor en palabras. Por consiguiente, es fácil suponer que para ninguno fue fácil escribirlas, que, a pesar del tiempo trascurrido, en un caso décadas y en los otros dos menos de un lustro, el esfuerzo por poner en palabas el sentimiento implicó llantos y exigió afrontar unas realidades que trastocaron el mundo de quienes las vivieron. Por estas razones, es grato –y necesario– que estos relatos nacidos desde la autobiografía y de la posibilidad terapéutica de la escritura, converjan hoy en la literatura de este territorio, que tanto tiene por sanar.

Claudia Hernández Restrepo
Promotora de Lectura
Ratón de Biblioteca

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