En un mundo en el cual la tecnología se va apoderando cada días más de nosotros, y poco a poco nos vamos olvidando de placer que sentíamos tomar un buen libro y sentarnos en familia con los chicos de la casa, cuando con sus manos chicas cuan carmín sujetaban sus caritas inocentes como el canto de los pájaros en noches frías de invierno y con el brillo de sus ojos calentaban el cuarto e iluminaba cada rincón de este sin tener que encender la luz, y de a pocos veíamos como sus ojitos se cerraban y se internaban en un sueño profundo lleno de caballeros en caballos con alas, princesas de largos cabellos dorados como el sol, dragones enormes y llenos de furia que con el vaivén de una espada se convertían en humo, o el duende al otro lado del arco iris cuidando su olla de oro, guerreros místicos con poderes excepcionales.
Siempre en esos cuentos ellos eran los personajes principales para nosotros los narradores, que teniamos que con mucha paciencia regresar a las partes más interesante y volver a repetirlas con el mismo entusiasmo que hace dos minutos, su manitas que tocaban nuestros rostros al narrar tan dedicadamente esos cuentos de ensueño los cuales nos enorgullece contar, misterio, fantasía, drama, horror, cada uno de nosotros tenía una preferencia para el cuento e inculcamos esto a nuestros pequeñines de la casa.
¿Cómo esto comenzó?
En tiempos antiguos, cuando no existía la escritura y el hombre era nómada por naturaleza y quería contar proezas, o acontecimientos que ocurrieron y que estas perduren por años y no se pierdan con el transcurso de la historia y el pasar de los años, estos eran narrados y así pasaban de generación en generación, parte de estas historias tomaron rumbos más fantásticos y llenos de fantasías, otras conservaron su ritmo y sin cambios.
Las primeras historias o cuentos tenían contenido folclórico propio del lugar, donde contaban hazañas de héroes locales, levantando su mazo y derrotando a un ejército completo, otros narraban como la luna bajó al sumo sacerdote dotándolo de la libre comunicación con los animales y poder comunicarse con las estrellas.
Según fuentes de información existen diferentes teorías sobre el origen de esta fabuloso, excitante, interesante forma de narrar diferentes historias, desde los famosos cuentos egipcios que se dieron lugar 2000 A.C, las hermosas “fábulas de esopo” de origen griego, las historias del pueblo judío y de como Moisés abrió el mar para liberar a su pueblo, entre muchas más, no olvidemos que también tenemos cuentos y fábulas fantásticas como las historias de las proezas Mayas de México, las historias de los Chasquis del Perú, el con tan solo una danza derrotaron al opresor (Historia de Capoeira do Brasil), la grandeza de los guerreros Guaraníes, las grandezas y los grandes guerreros que eran los Aztecas, y mucho más.
Dejando brotar la imaginación
Para muchos es más cómodo dejar que los niños de hoy, tomen su tablet o su teléfono móvil y se entretenga por su propia cuenta, olvidando que cuando éramos niños, esperábamos con ansias el momento del cuento, recuerdo que esperábamos que la puerta del cuarto se abra, ver entrar a nuestros padres, acariciándonos la cabeza con una mano, el abrazo de mama, y en la otra mano un libro “especial”, el cual nos acompañará en nuestros sueños, la voz gruesa de papa, y los ojos brillantes de mama, ver cómo las palabras escritas en el libro flotaban por nuestro cuarto, ver desprenderse de la carátula de este el caballero que empuña su espada y haciéndonos un gesto con la mano, lo seguíamos a un mundo lleno de fantasía e imaginación, nuestros ojos brillando y nuestra mente imaginando cada cosa que nos cuenta, vivir llenos de emoción esos momentos.
Cuando ya no había libros que nos entretienen, esperábamos la mañana para ir a la biblioteca, buscar en montañas de libros, montañas de títulos, cantidades tan grandes para nosotros de ese entonces que ahora nos parece una cantidad respetable, veíamos las carátulas de los libros y nos guiamos por estas para elegirlo, sin embargo si no encontrábamos algo que nos interese, llegábamos a casa tristes y le pedíamos a nuestros padres de “inventar” un cuento.
Volvíamos a buscar en nuestra biblioteca algún libro que todavía no leímos o si hay algo nuevo que nos trajeron nuestros padres, y algunas veces, los libros que teníamos en casa ya lo conocíamos demasiado, y nos veíamos en la situación de cambiar algunas partes de los cuentos dando otro significado a la historia y moldeando la historia a nuestra manera, en esos tiempos nos era más agradable ver la emoción de los niños y mucho más si cambiamos totalmente la historia o nos basaremos en el cuento e inventábamos uno a nuestra medida, dando así otro significado a nuestra imaginación y permitiendo que flote totalmente, este brote nos unía más aún.
Calabozos, dragones, Princesas y Caballeros Dorados
Cuando éramos chicos los mejores libros para la mayoría de nosotros, eran los cuales narraban historias sobre caballeros de la era medieval, princesas encerradas en altas torres, ogros que cuidan la puerta del castillo y dragones que resguardan la torre en la cual se encuentra el calabozo que la princesa está encerrada, las travesías que pasaba el caballero, la casa en el bosque negro y oscuro, lleno de criaturas mágicas como hadas, elfos, duendes, unicornios, espadas incrustadas en piedras místicas.
Libros que dejaban una sensación de querer saber más, siempre al leer un capítulo, sin pestañear dos veces, corríamos a tomar algún bocadillo y pasamos la hoja de inmediato, encontrándonos que la trama en el siguiente capítulo toma otro rumbo, héroes que con la ayuda de una honda destruyen montañas, o pueden saltarlas sin mucho esfuerzo.
Después de Leer el libro corríamos a intentar ser como ellos, y en parte marcaron una parte muy importante para nosotros, una etapa llena de fantasía, lejos de la tecnología, por eso dicen muchas veces que los siguiente refranes más poderoso que todas las armas :
“La pluma es más poderosa que la espada” – Tópico literario adaptador por Edward Bulwer-Lytton
“La pluma es la lengua de la mente” – Frase célebre de Miguel de Cervantes Saavedra