Actualmente es administrada por la Fundación Ratón de Biblioteca, esta posee un horario de lunes a viernes de 8:30 a.m. a 5:30 p.m. y sábados de 8.30 a 12:00m. Toda la colección de esta biblioteca está en el sistema de la Red de Bibliotecas de Medellín. Se realizan talleres de promoción lectura con familias gestantes y hasta adultos mayores, procesos que se realizan semanalmente atendiendo un promedio de 150 personas en talleres. También se prestan otros servicios como: préstamo de libros, conferencias, préstamo de computadores, atención en necesidades laborales, familiares.
El planchón, la cancha la Maracaná y el atrio, este último lugar supuestamente de reflexión, donde se empezaban a lavar las culpas y los pecados para ingresar puros al templo, una cancha de voleibol, mesas de tenis y ajedrez. Cuenta Luis Emiro Álvarez en las Voces de la Esperanza: “Los del comité recuerdan que daba la misa a una velocidad record porque a las tales horas jugaba su equipo, el que él patrocinaba. No olvidan que el padre Daniel jugaba con ellos; como no olvido que lo veía al sol y al agua desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde de todos los domingos en función del futbol que se tomaba el Planchón como tribuna”.
Eran los años 30 y la ladera de Castilla solo estaba habitada por diez casitas, ahora más de siete mil. Cuando eso sus mangas solo eran el lugar donde venían a hacer sus paseos de olla y bañarse en sus quebradas de agua cristalina, los domingos y días de fiesta, todas las familias adineradas de la ciudad. Cuentan que hubo en sus inicios, algo de paraíso en Castilla por sus bosques, árboles frutales y quebradas, también algo del campo porque por sus pocas fincas y caminos solían pastar vacas, gallinas y caballos, y hasta había un trapiche donde los que iban de paso tomaban guarapo de caña.
Con gente venida de otros pueblos que ingresaban por las montañas del occidente a vender oro y cabezas de ganado, además de los que llegaban por el Oriente, huyendo de la violencia en el campo, se fue conformando el barrio. Dicen algunos historiadores que según las necesidades, y el bolsillo de los clientes, la familia Carvajal y los Cock, dueña de toda la ladera, llegó a vender “lotes algunas veces a 0.05 centavos, 0.10 centavos ó 0.40 centavos la vara”. Así se construyeron las primeras casuchas de bareque y caña brava con techo de paja. Se instalaron en medio de ese vasto territorio en el que corrían cañadas de aguas limpias aptas para nadar y pescar, como La Picacha, la Quintana etc.
Se establecieron en esa pequeña aldea barequeros que buscaban oro en el río Medellín, empleados de la nueva empresa Hato Viejo, llamada luego Fabricato, y otros venidos de lugares lejanos huyéndole a la violencia entre liberales y conservadores que desangró los campos.
Esta migración, dicen los historiadores, “provocó una oferta de mano de obra barata poco preparada para la industria y un auge desordenado de campesinos que incluyó a que la construcción urbana del barrio no fuera planificada. Luego hubo un auge de operarios industriales de las fábricas Coltejer, Everfit y Fabricato, por trabajadores del matadero, construido entre 1957-1958, el Coliseo de ferias y el SENA situado en el barrio vecino, dándole cierto carácter obrero a la zona”. La construcción del hospital la María, la Plaza de mercado de Castilla, El CASD, el Centro de salud, El teatro Rex, el Teatro Castilla, Los colegios Alfredo Cock, Eliza Arango de cock. Cooperativo la Esperanza, las canchas de la Unidad deportiva de Castilla y la carrera 65, “contribuyeron al poblamiento de la zona dándole su carácter habitacional y de vivienda”.
Como en todos los barrios de Medellín, la canalización de sus quebradas, el alcantarillado y las iglesias el Santo Evangelio, San Judas, Nuestra señora de las lajas, San Andrés, Alfonso López, fueron construidas entre cerveza y cerveza por convites organizados por los mismos habitantes del barrio y financiadas en gran parte por las “golosinas de sal” “manjar de acera” o “empanadas de iglesia”, mote dado por la falta de carne y de aliños, carencia que significaba más dinero para la compra de más adobes, además de la erótica contrición fallida de alejar las almas del barrio de los deseos de la carne.
2 Tomado de “Castilla un barrio hecho con tesón”. Javier Alexander Macías. El mundo. Nov de 2008.