Samuel, el artista del Centro de Lectura de Villa Guadalupe

Todos los miércoles Samuel David Castro se levanta temprano. Se organiza y sin afanes sale de su casa. Camina unas cuantas cuadras y llega a su destino: el Centro de Lectura de Villa Guadalupe, una biblioteca que acoge a los niños, niñas y jóvenes de la comuna 1 de Medellín. David se apresura y llega puntual al salón. No le gusta perderse ni un solo detalle de lo que pasa en el taller Pintando palabras. La promotora Maritza Montoya lo conoció en el 2018 cuando llegó con su papá, Héctor Castro, a preguntar qué actividades ofrecía la biblioteca. En ese entonces, tenía siete años y muchas ganas de aprender; ahora, cumplió once y es un pequeño artista.

“En las primeras clases era un niño juicioso y muy callado, que seguía todas las instrucciones que uno le daba. En los últimos años hemos notado que es más despierto y mucho más creativo. No de le da pena leer en voz alta y nos sorprende con las cosas tan bonitas que hace en el taller”, dice Maritza, la promotora que orienta el taller Pintando palabras.

Cuando está en el Centro de Lectura de Villa Guadalupe, a Samuel el tiempo se le pasa volando. Su papá lo recoge cuando termina la clase y le pide que se apure para que no llegue tarde al colegio. Samuel, que se entretiene pintando o moldeando figuras en porcelanicron, siempre le pide que lo deje quedarse “cinco minuticos más”. Estudia en las tardes en la Institución Educativa Juan de Dios, es buen estudiante y en el 2023 comenzará el bachillerato: “No he perdido ningún año”, dice con orgullo Samuel, aunque confiesa que las matemáticas le cuestan un poco.

Es hijo único, el consentido de la familia. Desde que comenzó a ir a la biblioteca no se siente tan tan solo, pues su mamá trabaja y en la casa solo comparte tiempo con su papá; por eso, Samuel aprovecha cada visita al centro de lectura para jugar y conversar con sus amigos. “A mí me gusta pasar tiempo aquí porque me divierto mucho; sobre todo, disfruto de las Vacaciones creativas; en las últimas, jugamos y aprendimos de los dinosaurios. Me gustaría venir más seguido, pero en el colegio me dejan mucha tarea”.

Desde que empezó a participar en las actividades del centro de lectura, Héctor también ha notado un cambio muy positivo en su hijo: “Antes él era más agresivo y no pasaba mucho tiempo con otros niños; en cambio, ahora se relaciona mucho mejor, tiene amigos y comparte con ellos. Cuando se enferma y no puede ir, se pone muy triste”.

Alejandra Florez, bibliotecaria de Ratón de Biblioteca, dice que Samuel podría ser un gran un gran artista, pues en el taller Pintando palabras ha encontrado una forma para expresar lo que siente; sobre todo, cuando se trata de moldear figuras, tal vez “se convierta en un reconocido escultor”, dice Alejandra. Además, Samuel siempre se siente orgulloso de las manualidades que realiza y las comparte con sus profesores y sus amigos. “Samuel lleva a la casa todo lo que hace. Él sabe que tenemos una mesita para exhibir sus trabajos: los dinosaurios y otro montón de cosas que ha hecho. Yo valoro mucho eso porque sé que lo hace con mucha entrega”, dice Héctor.

A Samuel también le gustan los libros: en los últimos cuatro años ha prestado 115 libros en la biblioteca, le gustan los cuentos de animales, las historias de suspenso y los manuales que tienen buenos trucos para aprender a dibujar, y cundo un libro le gusta, lo repite: “El monstruo que soñaba ser caballero es muy bueno, me lo estoy leyendo otra vez. También empecé a leer Tomás sin bigotes”. Alejandra le recomienda libros y él se los lleva para la casa: a veces los lee en su cuarto y en ocasiones comparte ese gusto por la lectura con sus papás: “A ratos lee conmigo. Por las noches, cuando la mamá llega del trabajo, le gusta compartir la lectura con ella”, comenta Héctor.

Samuel solo tiene palabras de agradecimiento para el Centro de Lectura de Villa Guadalupe: “Me gusta venir porque aquí aprendo cosas nuevas cada día”, por eso, seguirá madrugando todos los miércoles para no perderse el taller Pintando palabras.